sábado, 18 de agosto de 2012

La doctrina bíblica de la familia


 Muchas personas tiene una idea de cómo debe ser la familia y que es la familia para el Creador, pero lo que es importante es entender cuál es el propósito de Dios para la familia, por lo que presentaremos el estudio de este tema basado en los comentarios de “Buswell, J. Oliver” en el tomo II del libro de Teología Sistemática y recordando que el concepto de familia nace en el propio corazón de Dios.

1. La interpretación de Cristo
Un breve resumen de la doctrina bíblica acerca del matrimonio y la familia debe empezar con las palabras de nuestro Señor Jesucristo según él interpretó el relato de Génesis de la creación del hombre y la mujer. Estas palabras y su contexto son como sigue: «Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así» (Mt 19:3–8; cf. Mr 10:2–9).
Aquí Cristo se refiere a Deuteronomio 24:14 y al relato de Génesis: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Gn 1:27). «Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al Hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Gn 2:22–24).
Así Cristo mismo hace claro que el matrimonio como instituido por Dios debe ser monógamo y permanente.
2. La interpretación de Pablo
El apóstol Pablo cita las mismas referencias de Génesis y las aplica metafóricamente a Cristo y a la Iglesia, pero también da la aplicación literal como un mandamiento. «Cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido» (Ef 5:31–33)
En palabras más explícitas Pablo, al contestar una pregunta dirigida a él en una carta de Corinto, hacen obligatorio para todos los cristianos el mandato de un matrimonio monógamo y fiel. Evidentemente algunos cristianos en Corinto habían abogado por el celibato. Creo que el primer versículo del capítulo siete de 1 Corintios debería ser puntuado con un signo de interrogación. «En cuanto a las cosas de que me escribisteis, ¿sería bueno que el hombre no tocara a una mujer?» Si tengo razón o no en mi conjetura de que Pablo estaba citando de la consulta, por lo menos su respuesta es negativa: «Pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia» (1 Co 7:1–5).
Con estas palabras se ordena explícitamente la monogamia por autoridad apostólica no solamente para los oficiales de la iglesia, sino también para la iglesia entera. La relación entre marido y mujer debe ser completamente mutua, singular y exclusiva de ningún otro. Algunos han afirmado que la monogamia se ordena solamente para los oficiales de la iglesia. Verdaderamente se ha ordenado que un obispo, que es lo mismo que un anciano, debe ser «marido de una sola mujer» (1 Tes 3:2, 12; Tit 1:6), pero no es más correcto inferir que este mandamiento se limita a los oficiales de la iglesia que inferir que las otras cualidades tales como la sobriedad están también limitadas a ellos. Es de especial importancia que todos los atributos eminentes de la vida cristiana deban ser ejemplificados en el caso de los oficiales de la iglesia.
3. Abusos que se regularon
Es cierto que la poligamia, el concubinato, y la prostitución entraron en la sociedad humana desde tiempos muy remotos. Es evidente de la historia del Antiguo Testamento que, visto que el pueblo estaba en un estado bajo y degradado, Dios escogió eliminar estos males por un proceso gradual de la disciplina. El séptimo mandamiento, «No cometerás adulterio» (Éx 20:14), no era nuevo. Evidentemente el adulterio se entendía como la cohabitación entre un hombre casado con la mujer de otro hombre, aunque es claro del desarrollo de la ética bíblica que la intención de Dios en el séptimo mandamiento fue prohibir toda cohabitación fuera de la pura relación del matrimonio monógamo. También tiene que entenderse el séptimo mandamiento a la luz del décimo, que prohíbe los deseos adúlteros tanto como las acciones adúlteras. Se condenó la prostitución desde el principio (Dt 23:17).
Debe entenderse claramente que aunque el Antiguo Testamento no se opone clara y enfáticamente a la poligamia como lo hace el Nuevo Testamento, no obstante nunca se la aprueba o autoriza. Se controlaban sus males. La poligamia tendía a desaparecer gradualmente. Es razonable suponer que Levítico 18:18, «No tomarás mujer juntamente con su hermana, para hacerla su rival», es un mandamiento del Señor en contra de la poligamia como tal.
Es verdad que el profeta Natán cuando censuró a David le hizo recordar todos sus privilegios y dijo: «Así ha dicho Jehová, Dios de Israel … te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno…» (2 S 12:7, 8). Estas palabras han causado algo de confusión en el campo misionero donde hay culturas polígamas. Sin embargo, los estudiantes de la Biblia deben reconocer inmediatamente que este modo de expresión da a entender solamente la idea de que Dios había permitido provisoriamente lo que era la costumbre en aquel tiempo. Ciertamente no es legítimo entender que las muchas mujeres de David fueron un «don de Dios» de la manera que entendemos las palabras hoy.
Debe interpretarse este dicho de Natán según el uso retórico en que se dice que Dios movió a David a que enumerara a Israel (2 S 24:1) al permitir que Satanás provocara a David a hacerlo (1 Co 21:1). No es raro en las Escrituras que Dios sea designado como la fuente o el autor de lo que él permite. Una lectura cuidadosa del contexto completo nos es necesaria en tales casos para entender con nuestras mentes occidentales el verdadero significado de lo que enseñan las Escrituras. No son pocos los casos en que tenemos que entender los detalles de las reglas morales bíblicas a la luz de este principio.
4. Reglas bíblicas que gobiernan el divorcio
a. Los dichos de Cristo
He citado más arriba las palabras de Cristo con referencia al origen del matrimonio en el plan y providencia de Dios. Ahora juntaremos sus palabras sobre el tema del divorcio, y entonces las examinaremos juntamente con otras Escrituras.
En el relato de Mateo del dicho ya citado (Mt 19:3–12) preguntaron a Jesús: «¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera» (Mt 19:7–9). Nótese como él corrige la palabra «mandó» y la sustituye por «permitió».
El relato en Marcos (10:2–12) es el mismo en substancia, pero Marcos añade al final: «Y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio» (Mr 10:12).
Una enseñanza semejante pero en otro contexto se encuentra en Lucas 16:18: «Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera». En el Sermón del Monte (Mt 5:32) se da una enseñanza semejante: «Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio».
b. Principios de interpretación
Es un principio de interpretación bíblica que al exponer cualquier doctrina es necesario considerar todas las porciones de la Escritura pertinentes al tema. En general, ningún pasaje solo de la Escritura da toda la doctrina con todas sus calificaciones y ramificaciones. Esto es especialmente cierto en cuanto a la doctrina del divorcio. Las palabras de Cristo en Marcos 10:11 y 12 y en Lucas 16:18 no incluyen la excepción que permite el divorcio por razón del adulterio aunque esta excepción se declara explícitamente en Mateo 5:32 y Mateo 19:19. Además, las palabras de Cristo señaladas en los evangelios sinópticos no incluyen la excepción sobre la base del abandono irremediable, pero esto es explícito en 1 Corintios 7:15.
c. Antecedentes: la ley mosaica
Está claro que Cristo dio por sentado no sólo la ley mosaica según aparece en Deuteronomio 24:1–4 sino los abusos de la ley mosaica prevalecientes en su tiempo.
Ahora bien, la ley mosaica era una reglamentación humanitaria que impedía el divorcio fácil por razones triviales y que requería por lo menos un documento legal para la protección de la persona divorciada. Nada hay en la ley mosaica contrario a las palabras de Cristo. La ley tuvo todo el alcance que era posible en la reglamentación de un mal que prevalecía en la época de Moisés.
Es un hecho bien conocido que la ley del Antiguo Testamento incluye la ley civil, la ley criminal, y diferentes tipos de la ley secular, tanto como la ley religiosa. El estado del Antiguo Testamento era una teocracia, y las leyes seculares y religiosas no fueron completamente separadas. En nuestro estudio del Antiguo Testamento con nuestra doctrina de la separación de la iglesia y el estado, es necesario que tratemos de entender cuáles leyes eran civiles o seculares y cuáles eran religiosas. (Nota: También es necesario que separemos en nuestras mentes aquellas leyes que la iglesia visible puede exigir en el proceso de disciplina y cuales no pueden ser sujetas a disciplina en una manera práctica [por ejemplo, los pecados de las malas actitudes mentales].) Es sugerencia mía que la ley mosaica del divorcio debe considerarse como una norma mínima de la ley civil. Cristo la describió como una regla práctica para el pueblo pecaminoso y duro de corazón. La Biblia tiene muchas reglas y principios para la sociedad secular, y es necesaria la regla de que, si ha de haber divorcio entre la gente del mundo, por lo menos debe ser reglamentado por la ley para la protección de las personas implicadas.
En mi opinión es un error tratar de hacer el mandamiento de Cristo una ley civil obligatoria para todo el mundo, tanto cristianos como no cristianos. El mandamiento de Cristo ciertamente es obligatorio para todos los cristianos y debe ser exigido en la disciplina de la iglesia visible. La pregunta que traigo a consideración no es si el mandamiento de Cristo es una norma correcta para toda la humanidad. La pregunta es si esta norma debe ser un asunto de la ley secular y exigida por la autoridad civil o no. Sugiero que la ley mosaica es lo mínimo para los tribunales seculares, y que en cada cultura particular las leyes seculares debieran hacer todo lo posible para hacer permanente el matrimonio y salvaguardar la estabilidad de la familia. Por otro lado, la iglesia tiene la obligación de mantener las normas que Cristo ha dado a sus discípulos.
d. Los derechos de las mujeres
Las palabras de Cristo en Marcos 10:12 nos dan una de las pocas referencias en las Escrituras que enseñan el derecho de la mujer de divorciarse de su marido. Alford en su comentario sobre este pasaje indica que la mujer tenía tal derecho bajo la ley romana, pero que este derecho no era reconocido entre los hebreos. En 1 Corintios 7:13 Pablo da por sentado que en Corinto la mujer a veces tenía poder de divorciarse de su marido. Creo también que este es el fondo de 1 Corintios 7:11. En nuestra civilización de hoy una mujer tiene derechos iguales en este asunto, y el relato de Marcos de estas palabras de Cristo junto con la enseñanza de Pablo nos dan bastante base para poner al hombre y a la mujer en tales casos en un mismo nivel en cuanto a la disciplina de la iglesia.
e. Las palabras de Cristo sobre la persona divorciada
Se puede presumir que la prohibición de Cristo de segundas nupcias para la mujer que se ha divorciado de su marido (Mr 10:12) y la prohibición similar de Pablo (1 Co 7:11) con referencia a una mujer separada de su esposo tienen ambas que ver con casos en que la razón del divorcio o separación no fue la fornicación o el abandono irremediable. La mujer en tal caso debe darse cuenta de su pecado al causar la separación y, si es posible, debe regresar a su relación matrimonial original. Ella no puede contraer segundas nupcias a no ser que su marido haya roto el matrimonio por otra unión.
La regla en Mateo 5:32 y en Lucas 16:18 que enseña que un hombre que se casa con una mujer divorciada debe ser considerado como un adúltero parece muy rara a la luz de la estipulación mosaica de que la mujer divorciada, «salida de su casa [de su primer esposo], podrá ir y casarse con otro hombre» (Dt 24:2). No se puede pensar que Cristo contradiría la ley mosaica o que instruiría en contraste sin dar algún comentario. Recordando el principio de que no tenemos la enseñanza bíblica sobre cualquier asunto hasta que hayamos examinado todos los pasajes pertinentes, debemos notar que el contexto mosaico dice que si el segundo marido se divorcia de la mujer implicada, su primer marido no está en libertad de tomarla otra vez. El propósito obvio de esta ley es de prohibir un promiscuo cambio de esposas. Puesto que Cristo se refería directamente a la ley mosaica se puede suponer que sus observaciones sobre el casamiento de una mujer divorciada han de tomarse como una alusión a Deuteronomio 24:3, 4 y no como una contradicción de Deuteronomio 24:2. Esto habría sido perfectamente claro en las circunstancias en que ocurrieron las conversaciones de Cristo sobre el tema.
f. La enseñanza de Pablo sobre el divorcio
Es obvio que las palabras de Cristo sobre la permanencia del matrimonio y sobre el mal del divorcio son de importancia central. Es igualmente obvio que estas palabras no contienen explícitamente todos los factores en la enseñanza bíblica sobre este tema, sino que dan por sentados varios elementos que aparecen en otras Escrituras. Se encuentra en 1 Corintios 7 un importante pasaje tocante a este tema. Después de declarar que es mejor casarse que estar enamorado y no casado (v. 9) Pablo continúa: «Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor [y cuando Pablo usa palabras tales como estas, quiere decir que está citando directamente de algo que Cristo había dicho]: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa [se supone que por iniciativa propia], quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer».
«Y a los demás yo digo, no el Señor [no una cita directa]: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone» (vv. 10–13).
Aquí, como en Marcos 10:12, tenemos un reflejo de la ley romana que dio a la mujer el derecho bajo ciertas circunstancias de divorciarse de su esposo. Esto también nos da base para considerar que el hombre y la mujer tienen derechos iguales en tales casos.
g. El pacto de familia
La enseñanza clara de que no se debe romper un matrimonio por causa de una diferencia de fe religiosa va seguida por una de las grandes declaraciones en las Escrituras sobre el tema del pacto de Dios con la familia: «El marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos» (v. 14). La santidad aquí atribuida es una santidad de una relación pactada. Aunque Pablo no menciona la palabra pacto, es claro que tiene en mente los principios implícitos en Génesis 17:7: «Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti». El hecho de que Dios es no solamente nuestro Dios sino el Dios de nuestros hijos, el Dios de nuestras familias se enseña enfáticamente en toda la Escritura, y debe ser considerado como una fuente de consolación para los padres cristianos en todas las edades y bajo todas las circunstancias. Los padres devotos pueden con toda confianza reclamar la promesa para sus hijos: «Seré el Dios de ellos» (Gn 17:8). Es sobre esta base que Pablo declara que si uno de los padres es un creyente, los otros miembros de la familia son santificados por la relación del pacto.
Estas palabras no declaran que los individuos «santificados» sean todos regenerados. Pablo dice más adelante en el mismo contexto: «¿Qué sabes tú, oh mujer, si quizás harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?» (v. 16). El creyente debe continuar constante en fe y oración obrando para la salvación del miembro inconverso de la familia. Hay dos pasajes más en el Nuevo Testamento donde se dice que los incrédulos son santificados porque están en una relación santa. En Romanos 11:16 se dice que los judíos incrédulos, a quienes se compara a las ramas cortadas de un olivo cultivado, son «santos», y en Hebreos 10:29 leemos: «¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecería el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?»
Dios es el Dios de los que, habiendo nacido en una familia del pacto, le dan la espalda. Los que desde esta santa relación de pacto rechazan la gracia de Dios, merecen un castigo mucho más severo. Vemos de estas referencias que la santa relación en el pacto familiar es un asunto muy sagrado, un asunto del que no se debe hacer burla. Este pacto es la base espiritual para la permanencia del matrimonio cristiano.
h. El abandono
Regresando ahora al tema del divorcio, después de la declaración de 1 Corintios 7:14 en cuanto al pacto familiar, Pablo continúa: «Si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios» (v. 15).
Las palabras «no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso» pueden referirse solamente a un vínculo matrimonial. Resulta clara la enseñanza de que el abandono destruye el vínculo matrimonial. En Romanos 7:2 el apóstol Pablo describe la persona casada como «libre» del vínculo conyugal cuando ha muerto el marido o la mujer; y dice explícitamente que es «libre de casarse con otro hombre». Este es el único significado que cuadra con 1 Corintios 7:15.
Por supuesto que no se contempla aquí ningún abandono pasajero. La Confesión de fe de Westminster resume la ley bíblica del divorcio en estas palabras: «Nada sino el adulterio o la deserción obstinada que no puede ser remendada ni por la iglesia ni por el magistrado civil, es causa suficiente para disolver las cadenas del matrimonio» (cap. 24, sec. 6).
i. Un cristiano abandonado por otro cristiano
El Prof. Juan Murray1 hace una distinción clara entre abandono de un creyente por un incrédulo, como es el caso en 1 Corintios 7:15, y el abandono (o el divorcio sobre una base no bíblica) de un creyente por uno que profesa ser cristiano. Mantiene, correctamente yo creo, que la Confesión de Westminster tiene razón al interpretar 1 Corintios 7:15 como permiso para el creyente, abandonado así por un incrédulo, de casarse de nuevo, como si estuviera muerta la persona culpable de tal abandono. Pero, si lo entiendo correctamente, él no cree que un cristiano, divorciado o abandonado por un cristiano profeso por razones no bíblicas, sea libre de casarse de nuevo. Si un cristiano recibe el divorcio de uno que profesa ser cristiano, y esta persona se une después en segundas nupcias, entonces bíblicamente la persona causante del divorcio ha cometido adulterio, y la persona, inocente está libre de casarse en segundas nupcias; pero no está libre de hacerlo si la persona que profesa ser cristiano y que causó el divorcio, o abandono, no se casa de nuevo o no es culpable de adulterio.
Se cree que esta posición está sostenida por 1 Corintios 7:11, que desaprueba el divorcio o el abandono y añade: «Si se separa, quédese sin casar o reconcíliese con su marido». Sin embargo, ya he sugerido que estas palabras en 1 Corintios 7:11 no se refieren a la persona abandonada sino a una persona que ha abandonado la relación matrimonial sin razón. Por ejemplo, algún cristiano puede haber pensado que una diferencia de religión justificaba la deserción de la relación matrimonial y puede haberse ido. Como yo lo entiendo, la respuesta de Pablo quiere decir que esta es una equivocación, y que la persona que se ha ido debe reconciliarse al matrimonio existente si es posible. En todo caso no tiene libertad de casarse en segundas nupcias por carecer de base bíblica la causa de la separación. En mi opinión, no hay ninguna Escritura que prohíba a un cristiano que ha sido abandonado o divorciado por razones no bíblicas por un marido o una esposa que profesa ser cristiana, el casarse en segundas nupcias siempre que la separación no pueda ser remediada; tal como un cristiano abandonado o divorciado por un incrédulo tiene libertad de unirse en segundas nupcias según 1 Corintios 7:15.
Pero sucede que la idea misma del divorcio o abandono irremediable por un cristiano es en sí misma absurda ahora que tenemos las Escrituras del Nuevo Testamento. Bien podríamos entender que un creyente en Corinto pudiera en ignorancia haber cometido el pecado de abandono o de divorcio por razones no bíblicas. Pero ahora que tenemos las palabras claras y explícitas de Cristo en contra del divorcio, y las palabras claras y explícitas de Pablo contra el abandono del matrimonio por un cristiano, parecería que los tribunales eclesiásticos debieran excomulgar a un individuo que fuera culpable de abandono o de causar un divorcio por razones no bíblicas. Tal persona debe ser juzgada un incrédulo prima facie.
j. Divorcio por homosexualidad
Es mi opinión que la homosexualidad justifica el divorcio para un cristiano. Mi argumento es muy sencillo: Si Cristo permitió el divorcio a base del adulterio, y el apóstol Pablo consideró la homosexualidad como peor que el adulterio, porque es aun «… contra naturaleza» (Ro 1:26, 27), con mayor razón el divorcio se justifica en el caso de la homosexualidad.
k. ¿Puede casarse en segundas nupcias la persona culpable en el divorcio?
El profesor Murray cree,2 correctamente pienso yo, que la Escritura no prohíbe que se case en segundas nupcias la persona culpable que se ha divorciado por razones bíblicas. Sin embargo, considera que el silencio de las Escrituras sobre este punto no justifica que la iglesia declare que se aprueba tal matrimonio. La iglesia debe guardar silencio donde la Escritura guarda silencio.
Pero si Cristo no contradice Deuteronomio 24:2, yo diría que la Escritura no guarda silencio. Es un hecho que Cristo prohíbe que se case una mujer divorciada (Mt 5:32; Lc 16:18). He sugerido más arriba que puesto que la ley mosaica de Deuteronomio 24:1–4 se sobrentiende claramente como el fondo de estas palabras de Cristo, y puesto que estas observaciones son fragmentarias, en el sentido de que no tenemos todo el contenido de su enseñanza en ninguno de estos pasajes, estas palabras de Cristo que prohíben el casamiento en segundas nupcias de una mujer divorciada deben tomarse como aprobación de Deuteronomio 24:3, 4, y no como contradicción de Deuteronomio 24:2. Esta interpretación habría sido entendida naturalmente por los contemporáneos que oyeron toda la discusión.
Debo añadir que, como cosa natural, uno que profesa ser cristiano divorciado como culpable por razones bíblicas tiene que ser disciplinado, o por excomunión, o, por lo menos, por suspensión de la comunión de la iglesia; y que tal persona, sea casada o no, no puede ser recibida otra vez a la comunión de la iglesia a menos que demuestre clara evidencia de un arrepentimiento genuino y el establecimiento de una vida santa. He sabido de grupos de cristianos que negaron el derecho de casarse en segundas nupcias a una persona anteriormente divorciada como culpable por razones bíblicas y después convertida; y que al mismo tiempo reconocieron el derecho de un individuo, que había sido notoriamente culpable de fornicación, aunque no casado, después de su conversión, a casarse. Tal punto de vista en mi opinión no se justifica en las Escrituras, y, a los ojos del mundo, aparece como una recompensa a la inmoralidad de personas no casadas. En el caso de un incrédulo, anteriormente divorciado por razones bíblicas, sea casado en segundas nupcias o no, la iglesia como cosa natural tendría que asegurarse de que fuera verdaderamente convertido y estuviera viviendo una vida sin tacha antes de admitirlo a la comunión de la iglesia.
l. La actitud del corazón
Antes de concluir la discusión de la enseñanza bíblica sobre el divorcio, debo recalcar que las fuerzas más peligrosas que amenazan destruir la integridad de la vida familiar están dentro del corazón de los individuos. La ley moral defiende la familia no solamente por el séptimo mandamiento que prohíbe el adulterio, sino también por el décimo mandamiento que prohíbe deseos ilícitos. Estas palabras de nuestro Señor Jesucristo pronunciadas en el Sermón del Monte son de suma importancia. «Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; pues mejor es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno» (Mt 5:27–29).
Para pastores y los que tratan con vidas y hogares rotos, es una observación común que el principio de las acciones pecaminosas está en el aliento deliberado de imaginaciones lujuriosas. No solamente los aficionados a diversiones que estimulan los deseos ilícitos sino también los que alimentan sus mentes con literatura sensual se llevan a sí mismos y a otros al punto de la comisión de desastroso pecado. El cristiano cuyo corazón está lleno del amor de su Señor adoptará como regla de su vida el no abrigar los impulsos sensuales que no cree caben honradamente dentro de los límites del puro amor monógamo. El hogar cristiano se puede mantener en su integridad si el pueblo cristiano mantiene esta regla en su corazón, en sus voluntades, y en sus imaginaciones. Hace años oí a un hombre muy consagrado dar esta regla para el autoexamen en el crecimiento espiritual: «¿Adónde vuelve sus pensamientos habitualmente en un período de ociosidad?»
«Cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis» (Stg 1:14–16). Es imposible que los descendientes de la caída mantengan perfecta pureza en pensamiento, palabra, y hecho; pero sí es posible ocupar nuestras mentes con las cosas del Señor, a fin de no caer en una vida de pecado.
5. La relación de padres e hijos
El texto clave de las Escrituras sobre el tema de la relación de los padres a los hijos es el quinto mandamiento. «Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da» (Éx 20:12). Pablo cita este mandamiento en su Epístola a los Efesios, y lo cita como un mandamiento obligatorio para la iglesia. Su sustancia se adapta para los cristianos gentiles. En vez de decir «para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da», Pablo dice, «para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra» (Ef 6:3).
En toda la Escritura se da gran relieve a la relación paterno–filial. Dios dijo de Abraham: «Habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra… porque yo sé que mandará a sus hijos y su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio…» (Gn 18:18, 19).
La instrucción de los hijos se pone de relieve particularmente con respecto a la institución de la pascua. Dios mandó: «Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre. Y cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, guardaréis este rito. Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro? vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas» (Éx 12:24–27). El mismo mandamiento se repite en sustancia con respecto a la fiesta de los panes sin levadura: «Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que Jehová hizo conmigo cuando me sacó de Egipto» (Éx 13:8).
Otra vez se recalca la relación de los padres y los hijos con respecto al gran mandamiento tan prominente en el pensamiento de todo el pueblo judío aun hoy: «Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas» (Dt 6:4, 5). Se añaden estas palabras inmediatamente: «Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes» (Dt 6:6, 7).
a. La disciplina
Los deberes de los padres a sus hijos incluyen más que la mera educación. Pablo manda: «Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor» (Ef 6:4). Una enseñanza semejante se encuentra en las palabras «Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten» (Col 3:20, 21).
Entre las muchas referencias a la instrucción de los niños en el libro de los Proverbios, quizás la más conocida es: «Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él» (Prv 22:6). Debe notarse que la palabra «instruye» chanach implica dedicación o consagración. No hemos «instruido» a nuestros niños en el sentido bíblico hasta que los hayamos traído al lugar de dedicación y consagración al Señor.
b. La educación
El pueblo de Dios ha entendido generalmente que su pacto familiar con el Señor implica una educación religiosa para sus hijos. ¿Cuándo está instruido o educado el niño en el sentido bíblico? ¿Cuándo está completamente cumplida la obligación de los padres? No creo que se pueda encontrar una respuesta formal en las Escrituras, o que se puedan trazar líneas teóricas exactas. Parece evidente que hay que inducir a nuestros hijos a que asuman una porción apreciable de la responsabilidad por su propia educación a una edad relativamente temprana, y esto para su propio bien. Parece claro que los padres deben ayudar a sus hijos en su educación formal, y seguir aconsejándolos en el Señor al máximo de su capacidad. En nuestra civilización, la preparación para la vida es bastante prolongada, y la preparación para el liderazgo espiritual frecuentemente es una lucha larga y dura así para los padres como para los hijos.
c. Escuelas cristianas
El asunto de escuelas cristianas es definitivamente pertinente a la enseñanza bíblica sobre la relación de los padres y los hijos. No creo que podamos pretender que la Biblia demanda que las escuelas sean manejadas por la iglesia organizada. Un número considerable de gente piadosa en el día de hoy, particularmente en la iglesia reformada cristiana, sustenta la opinión de que puesto que la Escritura manda que los padres como padres sean responsables de la educación de sus hijos, grupos de padres como padres, no como iglesia, deben asociarse para mantener escuelas cristianas. No puedo ver que el argumento sea concluyente, aunque por supuesto no hay ningún argumento bíblico en contra de tal método allí donde sea practicable. Hay muchas cosas que Dios ha mandado que hagamos que podemos hacer propiamente a través de la iglesia u otras agencias. No creo que la Escritura mande que organizaciones de padres, o iglesias como tales, tomen el control de la educación, pero sí creo que en muchas comunidades los padres o las iglesias, o grupos de individuos competentes, tienen que organizar escuelas cristianas.
Hay muchos cristianos serios hoy día que sostienen que es malo que los cristianos manden a sus hijos a las escuelas seculares. Yo alegaría que la instrucción en el temor de Dios es absolutamente necesaria y que la oposición de las influencias malas hasta donde sea posible es claramente el deber de los padres cristianos, pero no puedo ver que la Biblia prohíba que nuestros hijos tomen ventaja de las escuelas controladas por el estado si no hay nada mejor a nuestro alcance. Los padres cristianos pueden insistir en que las escuelas públicas sean mantenidas por lo menos hasta el nivel de las normas bíblicas para la moral pública. Aunque es imposible en este mundo asegurarse de que no serán enseñadas las doctrinas contrarias a la fe cristiana, aun en escuelas bajo el control de grupos definitivamente cristianos, sin embargo hasta cierto punto podemos insistir en que las doctrinas anticristianas no sean enseñadas en las escuelas públicas.
d. ¿Qué nivel de escuelas?
El asunto del nivel de educación que se debe mantener bajo los auspicios cristianos es muy difícil. Hay cristianos que sostienen que las escuelas primarias son de mayor importancia. Un eminente líder cristiano me citó Proverbios 22:6 como evidencia de que no se necesitan universidades cristianas. Repliqué que su texto contradecía su argumento. No hemos instruido al niño en el sentido bíblico si hemos cesado de darle la mejor preparación cristiana posible hasta la terminación de su educación.
Es abundante y clara la evidencia de que las escuelas primarias, secundarias, y universitarias cristianas han hecho una contribución grande al mantenimiento y extensión de la fe cristiana. La cuestión es de índole práctica. Es un hecho que influencias malsanas y aun inmorales penetran en las mismas escuelas cristianas. La juventud tiene que aprender a ser siempre prevenida. Si las escuelas públicas son mantenidas bajo normas elevadas de moral pública, y si muchos de los profesores son cristianos, y si la enseñanza anticristiana se elimina o se contrarresta firmemente, con la ayuda de los hogares cristianos e iglesias y sociedades de jóvenes cristianos, los jóvenes pueden pasar por los niveles primarios y secundarios con un mínimo de peligro para su vida y su testimonio cristianos.
Cuando llegamos al nivel universitario, me parece que el peligro a la fe y vida cristiana es mayor, y que hay más necesidad de un control cristiano específico. Sin embargo, este campo es uno en que tienen que tomarse en cuenta la conveniencia y la factibilidad. Muchas de las así llamadas universidades cristianas, especialmente las que son controladas por las denominaciones mayores, han sido completamente infestadas con la incredulidad y ofrecen un ambiente peor para el joven cristiano que la universidad secular. Es mejor que nuestros jóvenes no esperen ayuda cristiana de la facultad en vez de estar bajo la influencia de profesores incrédulos que encubren su infidelidad con frases pías.
¿Qué podemos decir en cuanto al nivel postgraduado? Probablemente estaremos de acuerdo en que en la instrucción teológica postuniversitaria necesitamos seminarios cristianos sanos en doctrina. En verdad podemos aprender hebreo de rabinos incrédulos, como Calvino y Lutero lo hicieron, y como Jerónimo mucho antes que ellos. Podemos aprender griego de los que enseñan las obras clásicas, que saben el idioma aunque no conocen al Señor. Pero cuando se trata de un entendimiento doctrinal y espiritual de las Escrituras parece bastante obvio que una preparación sana bajo profesores sanos es una necesidad absolutamente vital.
¿Pero qué diremos de las otras ramas de la educación? También es cuestión de lo que es factible. Ha habido universidades cristianas pero, que yo sepa, la incredulidad e infidelidad se han apoderado de las escuelas postgraduadas establecidas bajo auspicios cristianos en toda Europa y los Estados Unidos. En principio es de desear que la educación bajo auspicios cristianos debe extenderse en instituciones privadas hasta donde sea posible. Me parece, no obstante, dadas las cosas como son, que sería preferible para el pueblo cristiano concentrar sus esfuerzos sobre la educación cristiana en escuelas primarias, secundarias, y universitarias, con solamente un programa limitado de instrucción postgraduada.
e. Educación postgraduada
¿Cuánto de la educación postgraduada de nuestros jóvenes puede ser ofrecida bajo auspicios cristianos en el futuro cercano? He indicado que la educación teológica tiene que ser definitivamente bajo auspicios cristianos, y creo que todos estarán de acuerdo con esto. A mi modo de ver el problema de la educación cristiana en nuestra cultura en este punto de la historia, creo que sería posible que el pueblo que cree la Biblia mantenga una escuela postgraduada con las normas educacionales más altas, que ofrezca los grados más altos, en las ramas académicas comúnmente enseñadas a nivel secundario y universitario (de artes liberales). Estoy hablando a favor de que el pueblo cristiano bajo auspicios cristianos ofrezca enseñanza en teología y en todos los ramos relacionados, en literatura e idiomas modernos y antiguos, en filosofía, sicología, educación, y en todas las ciencias sociales y las ciencias de laboratorio. Este programa en sí mismo sería muy caro y requeriría amplias facilidades de bibliotecas, laboratorios, y otras, pero proveería profesores cristianos bien preparados para las escuelas secundarias y las universidades de artes liberales, y evitaría el gasto enorme de ofrecer cursos completos en medicina, leyes, ingeniería, y otras disciplinas profesionales.
Esta sugerencia es sana en principio y de acuerdo con la enseñanza bíblica sobre la instrucción de nuestros hijos. Además, creo que queda dentro de los recursos del pueblo cristiano de hoy; y es factible si todos los que ocupan posiciones de autoridad mantienen rígidas normas de fe y conducta desde el principio.
f. Conclusión
Tal vez lo más glorioso que se pueda decir en cuanto a la doctrina bíblica de la familia es que la relación entre el marido y la esposa y entre los padres y los hijos se usa como metáfora para la relación entre Dios nuestro Padre Celestial y Cristo nuestro Salvador y la Iglesia. Es verdad que la relación matrimonial humana no será perpetuada en la eternidad. «En la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo» (Mt 22:30; cf. Mr 12:25; Lc 20:34–36; 1 Co 15:50). Pero no hay metáfora más hermosa para la relación de Dios con su pueblo que la relación matrimonial, reiterada en toda la Biblia. En el Antiguo Testamento se califica constantemente el culto de dioses falsos como infidelidad a la relación matrimonial. En el Nuevo Testamento la misma idea se presenta bajo la figura de la Iglesia como la novia de Cristo. «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha» (Ef 5:25–27).
De la misma manera la metáfora de la relación entre padres e hijos se usa en toda la Biblia para ilustrar la relación entre Dios y sus elegidos. «Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso» (2 Co 6:17, 18).
[1]


1 John Murray, Divorce (Comité de Educación Cristiana de la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa, 1953), pp. 69 ss.
2 Murray, Divorce, pp. 100 ss.
[1]Buswell, J. Oliver: Teología Sistemática, Tomo 2, El Hombre Y Su Vida De Pecador : Buswell, J. Oliver. Miami, Florida, EE. UU. de A. : LOGOI, Inc., 1980, S. 389

jueves, 16 de agosto de 2012

El Secreto Mejor Guardado por el Infierno

(Por Ray Comfort)

Durante la década de los setentas, Dios muy bondadosamente me abrió un ministerio viajero. Conforme, yo empecé a viajar, luego me di cuenta de que tenía acceso a los registros de crecimiento de las iglesias, y para mi horror vi que alrededor del 80% al 90% de aquellos que tomaban la decisión de seguir a Cristo estaban abandonando la fe. Esto significa que, el evangelismo moderno con sus métodos estaba creando entre 80 y 90 de los que comúnmente llamamos “caídos de la fe” por cada 100 decisiones para Cristo.
Déjenme hacérselo un poco más real. En 1991, en el primer año de la década de cosecha, una denominación grande de los Estados Unidos fue capaz de obtener 294,000 decisiones para Cristo. Esto es, ¡en un año esta denominación de 11,500 iglesias fue capaz de obtener 294,000 decisiones para Cristo! Desafortunadamente, después del año sólo pudieron encontrar a 14,000 personas en la fe, lo que quiere decir que no pudieron contabilizar a 280,000 de esas decisiones, y estos son resultados normales de los métodos evangélicos modernos, y es algo que descubrí desde los años setenta; esto es algo que me preocupaba. Empecé a estudiar el libro de Romanos cuidadosamente y, específicamente, las enseñanzas de hombres como Spurgeon, Wesley, Moody, Finney, Lutero y otros que Dios usó a través de los años, y encontré un concepto que está prácticamente ignorado por los métodos evangelísticos modernos. Empecé a enseñar este principio. Fui invitado a establecer nuestro ministerio en la ciudad de Bellflower, California, específicamente, para traer esta enseñanza a los Estados Unidos. Las cosas estuvieron algo silenciosas por los primeros tres años del ministerio, hasta que recibí una llamada de Bill Gothard, quien había visto esta enseñanza en video. El me llevó a San José en el norte de California; lo compartí con mil pastores. Entonces, en 1992 él mostró este video a 30,000 pastores. El mismo año David Wilkerson me llamó de Nueva York. (Él había estado escuchando esta enseñanza en su carro y me llamó desde allí por su teléfono). Inmediatamente viaje 3,000 millas desde Los Ángeles hasta Nueva York para compartir esta enseñanza, de una hora a su iglesia; él lo consideraba así de importante. Y recientemente oí de un pastor que ha escuchado este mensaje en casete 250 veces. A mí me gustaría que ustedes escuchasen solamente una vez esta enseñanza llamada “El Secreto Mejor Guardado del Diablo”.
La Biblia dice en el Salmo 19 versículo 7 “La ley del Señor es perfecta, que convierte al alma”. ¿Qué es lo que dice la Biblia que es perfecta, en realidad, y convierte al alma? Las Escrituras lo hacen ver muy claro que “la ley del Señor es perfecta, que convierte al alma”. Ahora, para ilustrar la función de la ley del Señor, vamos a ver por un momento la ley civil. Imagínese que yo le diga “tengo buenas noticias para usted. Alguien ha pagado una multa de tránsito de $25,000 dólares que usted debía” Usted probablemente reaccionará diciendo “¿de qué estás hablando? Estas no son buenas noticias: eso no tiene sentido. Yo no tengo ninguna multa de tránsito de $25,000 dólares”. Mis buenas noticias no lo serían para usted: esto le parecería una tontería. Pero más que esto, sería ofensivo para usted porque yo estaría insinuando que usted ha roto la ley cuando usted no cree que lo haya hecho. Sin embargo, si lo pongo de esta manera, esto tendría más sentido: “En ruta a esta junta, la ley lo cronometro a 55 millas por hora en una área delimitada para una convención de niños ciegos. Había diez señales claras que decían que 15 millas por hora es la velocidad permitida. Lo que hizo fue extremadamente peligroso; hay una multa de $25,000 dólares. La ley iba a tomar su curso cuando alguien que usted ni siquiera conoce pasó al frente y pagó la multa por usted. Usted es muy afortunado”.
¿Puede ver que al decirle primero precisamente lo que usted hizo mal, realmente hace que las buenas noticias tengan sentido? Si yo no traigo claramente la instrucción y el entendimiento de que usted ha violado la ley, entonces las buenas nuevas le parecerían tonterías o un insulto. Pero un vez que usted comprenda que ha roto la ley, entonces las buenas noticias llegarán a ser realmente buenas.
Ahora, si de la misma manera me acerco a un pecador y le digo “Jesucristo murió en la cruz por tus pecados,” esto le parecería una tontería y le sería ofensivo. Tonterías porque no tendría sentido. La Biblia dice que: “la predicación de la cruz es locura a los que se pierden” (1Corintios 1:18). Y ofensivo porque estoy insinuando que él es un pecador cuando él no piensa que lo es. En cuanto a él, hay mucha gente que es peor que él. Pero si tomo un poco de tiempo para seguir en los pasos de Jesús, podrá tener más sentido. Si tomo el tiempo de abrir la ley divina, los diez mandamientos, y mostrarle al pecador precisamente lo que él ha hecho, que él ha ofendido a Dios al violar Su Ley, entonces cuando el llegue a ser, como dice Santiago, “convictos de la ley como trasgresor” (Santiago 2:9), las buenas nuevas de que la multa ha sido pagada no será locura, no será ofensivo, pero será “el poder de Dios para la salvación” (Romanos 1:16).
Ahora, con esa información en mente como una introducción, vamos a ver a Romanos 3, versículo 19. Veremos algunas de las funciones de la ley de Dios para la humanidad. Romanos 3, versículo 19 dice así: “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios.” Entonces una función de la ley de Dios es el parar cerrar la boca. Para parar al pecador de que se justifique a sí mismo y diga “hay mucha gente peor que yo. Yo no soy una mala persona, realmente…en verdad”. No, la ley detiene a la boca de justificarse y deja a todo el mundo, no sólo los judíos, pero todo el mundo culpable frente a Dios.
Romanos 3, versículo 20 dice: “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” Entonces la ley de Dios nos dice qué es lo que es el pecado. 1 Juan 3:4 dice, “pues el pecado es infracción de la ley.” Romanos 7 versículo 7 dice: “¿Qué pues diremos? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley;” Pablo dice, “porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.” En Gálatas 3:24 vemos, “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.” La ley de Dios actúa como un maestro de escuela (ayo) que nos trae a Jesucristo para que seamos justificados mediante la fe a través de Su sangre. La ley no nos ampara, sólo nos deja desamparados. No nos justifica, sólo nos deja culpables delante de un Dios justo y santo en el día del juicio.
La tragedia del evangelismo moderno es que alrededor del principio del siglo veinte, abandonó a la ley en su capacidad de convertir al alma, para traer a los pecadores a Cristo, y tuvo que, entonces, encontrar otra razón para que los pecadores respondieran al evangelio. Y el tema que el evangelismo moderno escogió para atraer a los pecadores fue el del “mejoramiento de la vida”. El evangelio se degeneró en “Jesucristo te dará paz, alegría, amor, realización y felicidad duradera.” Ahora, para ilustrar la naturaleza anti-bíblica de esta enseñanza popular, por favor escuche muy cuidadosamente la siguiente historia, porque la esencia de lo que estoy diciendo se basa en esta ilustración particular, por favor escuche cuidadosamente.
Dos hombres están sentados en un avión. El primero recibe un paracaídas y se le dice que debe ponérselo porque mejorará su vuelo. Al principio él está un poco incrédulo porque no puede ver como al usar un paracaídas en un avión pudiera mejorar el vuelo. Después de un tiempo él decide sentarse verticalmente. Sin embargo, se consuela a sí mismo con el hecho de que se le fue dicho que el paracaídas mejoraría su vuelo. Entonces decide darle un poco de tiempo. Mientras espera se da cuenta de que otros pasajeros están riéndose de él porque está usando un paracaídas en un avión. El empieza a sentirse un poco humillado. Mientras empiezan a apuntarle y reírse de él, ya el no puede más y entonces se levanta de su asiento, se quita el paracaídas y lo avienta al piso. Desilusión y amargura llenan su corazón, porque, mientras a lo que a él le concierna, le dijeron una mentira.
El segundo pasajero recibe un paracaídas, pero escuchen lo que se le dice. A él le dicen que se lo ponga porque en cualquier momento saltará a 25,000 pies de altura fuera del avión. Él agradecido se pone el paracaídas, no se da cuenta del peso en sus hombros, ni de que no se puede sentar bien. Su mente esta consumida con el pensamiento de lo que le puede pasar a él si saltara del avión sin un paracaídas.
Vamos a analizar el motivo y el resultado de cada una de estas experiencias. El motivo del primer pasajero para ponerse el paracaídas es solamente para mejorar su vuelo. El resultado de su experiencia fue el ser humillado por los otros pasajeros. Él está desilusionado y algo amargado en contra de aquellos que le dieron el paracaídas. Mientras esté en su poder, un largo tiempo pasará antes de que alguien le ponga una de esas cosas en su espalda de nuevo. El segundo pasajero se puso el paracaídas exclusivamente para escapar el salto por venir, y debido a su conocimiento de lo que le pasaría, a él, sin el paracaídas, él tiene alegría y paz profunda en su corazón porque sabe que será salvo de una muerte segura. Este conocimiento le da la habilidad de tolerar la burla de los otros pasajeros. Su actitud hacia los que le dieron el paracaídas es agradecimiento de corazón.
Ahora escuche lo que dice el evangelio moderno. Dice “ponte al Señor Jesucristo. Él te dará amor, alegría, paz, realización y felicidad verdadera.” En otras palabras “Jesús mejorará su viaje.” Entonces el pecador responde, y en forma experimental, se pone al Salvador para ver si las declaraciones son verdaderas. ¿Y qué es lo que obtiene? La tentación, tribulación y persecución prometida en las Escrituras. Los otros pasajeros se burlan de él. ¿Entonces qué hace? Se quita al Señor Jesucristo, pues él esta ofendido y escandalizado (Marcos 4:17), él está desilusionado y algo amargado, y de manera justa. Pues, a él se le prometió paz, alegría, amor, realización y felicidad duradera, y todo lo que recibió fueron pruebas y humillación. Su amargura es dirigida hacia aquellos que le dieron las “buenas nuevas”. Su estado postrero es peor que el estado primero. Resultado: otro caído de la fe, inoculado y amargo.
Santos, en lugar de predicar que Jesús mejora el vuelo, debemos de advertir a los pasajeros que van a tener que saltar del avión. Que está “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,” (Hebreos 9:27). Y cuando el pecador entiende las consecuencias horribles de romper la ley de Dios, entonces él va a correr hacia el Salvador sin reservas para escapar la ira que viene. Y si somos testigos fieles y verdaderos, eso es exactamente lo que estaremos predicando. Que hay una ira que viene; que Dios “ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan…” (Hechos 17:30). ¿Por qué? “Por cuanto ha establecido un día, en el cual ha de juzgar al mundo con justicia” (versículo 31). Mire, éste no es un problema de felicidad, pero de justicia. No importa que tan feliz sea el pecador, que tanto esté disfrutando “las comodidades temporales del pecado” (Hebreos 11:25). Sin la justicia de Cristo, el perecerá en día de la ira. “No aprovecharán las riquezas en el día de la ira: Mas la justicia librará de muerte” (Proverbios 11:4). Paz y gozo son frutos legítimos de la salvación, pero no es legítimo es usar estos frutos como cebo para salvación. Si continuamos haciendo esto, los pecadores responderán con un motivo impuro y sin arrepentimiento.
Ahora, ¿puede usted acordarse por qué el segundo pasajero tenía gozo en su corazón? Fue porque él sabía que el paracaídas iba a salvarlo de una muerte segura. Y como creyente, yo tengo, como diría Pablo, “gozo y paz en el creer” (Romanos 15:13), porque yo sé que la justicia de Cristo me va a salvar de la ira que viene.
Ahora, con esto en mente, vamos a tomar un vistazo más cercano a un incidente en el avión. Tenemos una nueva azafata. Ella está cargando una charola que tiene café hirviendo. Es su primer día; ella quiere dejar una buena impresión en los pasajeros, y ciertamente lo hace. Porque mientras está caminando en el avión, se tropieza con el pie de una persona y tira todo el café hirviendo sobre el segundo pasajero. Ahora ¿Cuál es la reacción de él mientras el líquido hirviente toca su piel? ¿Acaso el dice? “¡Ussshh, como duele… Mmm-hhh!” Claro, él siente el dolor. Pero entonces ¿se quita el paracaídas de sus hombros, lo avienta en el piso y dice “estúpido paracaídas!”? Claro que no. ¿Por qué lo haría de hacer? Él no se puso el paracaídas para tener un mejor vuelo. Él se lo puso para salvarse del salto por venir. En cualquier caso, el incidente del café hirviendo le causaría aferrarse más al paracaídas y esperar con más ansiedad a que viniera el salto.
Ahora, si usted y yo nos hemos puesto al Señor Jesucristo por los motivos correctos, para correr de la ira por venir, cuando la tribulación viene, cuando el vuelo se torna turbulento, no nos vamos a enojar con Dios; no vamos a perder nuestra paz y gozo. ¿Por qué lo haríamos? No venimos a Jesús para obtener un mejor estilo de vida: venimos para correr de la ira que viene. Y si algo pasara, la tribulación atraería al creyente verdadero a aferrarse más al Salvador. Y tristemente tenemos multitudes de cristianos profesantes que pierden su gozo y paz cuando el vuelo se torna turbulento. ¿Por qué? Porque son el producto de un evangelio centralizado en el hombre. Ellos vinieron sin arrepentimiento, sin el cual no puede uno ser salvo.
Recientemente yo estuve en Australia predicando. Australia es una isla pequeña a las afueras de Nueva Zelanda. Yo prediqué el pecado, la ley, la justicia, la santidad, el juicio, el arrepentimiento y el infierno, y yo no fui exactamente abrumado por el número de gente que quería “darle sus corazones a Jesús”. De hecho, el ambiente se tornó bastante tenso. Después de la asamblea, ellos dijeron, “hay un adolescente allá atrás quien quiere darle su vida a Cristo.” Fui hacia el joven y lo encontré llorando tan profundamente que era incapaz de orar. Para mí eso fue muy refrescante, porque por muchos años yo sufrí de la enfermedad de la “frustración evangélica”. Yo quería que los pecadores respondieran al evangelio tanto que sin darme cuenta prediqué un mensaje centrado en el hombre. La esencia de este mensaje era “tu nunca encontrarás paz sin Cristo Jesús; tienes un vacío en tu corazón que sólo Dios puede llenar.” Predicaba a Cristo crucificado; predicaba el arrepentimiento y el pecador respondía a la llamada al altar. Yo abriría uno de mis ojos y decía… “¡O no! Este joven quiere darle su corazón a Jesús y hay una riesgo del 80% de que se caiga de la fe.” Ya estoy cansado de crear caídos de la fe. Entonces es mejor que me asegure que esta persona realmente está siendo sincera. “¡Mas le vale que sea sincero!” Yo pensé. Entonces yo me acerque al pobre hombre en el espíritu de la Gestapo. Caminé hacia él y dije “¿Qué quieres?” y él dijo “Yo estoy aquí para convertirme en cristiano.” Luego yo dije “¿Lo dices en serio?” él dijo “sí.” Yo dije, “Pero ¿REALMENTE ESTAS SEGURO?” el dijo “sí” Entonces yo dije, “de acuerdo. Listo déjame orar contigo, pero más te vale que lo digas desde tu corazón.” El dijo “okay, okay.” “Ahora, repite esta oración sinceramente después de mi y dilo de corazón. “Dios, yo soy un pecador.”” Él dijo, “O…, Dios, soy un pecador.” Y luego yo pensé “caramba, ¿por qué no tiene este hombre una señal externa de su contrición? No hay evidencia externa de que éste hombre se halla arrepentido internamente por sus pecados.” Ahora, si yo hubiera podido ver su motivo, yo hubiera visto que estaba 100% convencido que él estaba siendo realmente sincero en su decisión. Pero, él solamente quería darle una oportunidad a ésta cosa de Jesús para ver si podría obtener lo que él quería. Él había tratado el sexo, las drogas, el materialismo y el alcohol. “¿Por qué no darle una oportunidad a esta cosa del Cristianismo para ver si es tan bueno como estos Cristianos dicen que es: paz, gozo, amor, plenitud, felicidad duradera?” Él no estaba huyendo de la ira por venir, porque yo no le había dicho que estaba por venir. Había una terrible omisión en mi mensaje. Él no estaba contraído en arrepentimiento, porque él pobre hombre ni siquiera sabía lo que era el  pecado. ¿Se acuerda de Romanos 7 versículo 7? Pablo dijo “no sabía lo que era el pecado sino por la ley.” ¿Cómo puede un hombre arrepentirse si él o ella no sabe lo que es el pecado? Cualquier llamado al “arrepentimiento” será simplemente lo que yo llamo “arrepentimiento horizontal”. Él viene porque él le ha mentido a los hombres, él le ha robado a los hombres. Pero cuando David pecó con Betsabe y rompió cada uno de los diez mandamientos (cuando deseó a la mujer de su prójimo, vivió una mentira, le robó la esposa a su vecino, cometió adulterio, cometió asesinato,
deshonró a sus padres y por resultado a Dios), él no dijo “he pecado contra el hombre.” Él dijo “Pequé contra Jehová” (2 Samuel 12:13) y “Contra Tí, contra Tí solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos” (Salmo 51:4). Cuando José fue tentado sexualmente, él dijo “¿cómo, pues, haría yo este grande mal y pecaría contra Dios?” (Génesis 39:9) El hijo pródigo dijo, “Padre, he pecado contra el cielo…” (Lucas 15:21). Pablo predicó “arrepentimiento para con Dios” (Hechos 20:21). Y la Biblia dice “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación” (2 Corintios 7:10). Y cuando un hombre no entiende que su pecado es primordialmente vertical, él simplemente vendrá y ejercitará un arrepentimiento experimental, superficial y horizontal, y se caerá de la fe cuando venga la tribulación, la tentación y la persecución.
A.B. Earl dijo “he encontrado por mi larga experiencia que las amenazas más severas de la ley de Dios tienen un lugar prominente en el llevar al hombre a Cristo. Ellos se deben ver perdidos antes de que lloren por misericordia; ellos no escaparán del peligro hasta que lo vean.” Ahora me gustaría hacer algo inusual. No les voy a avergonzar; les doy mi palabra. Pero me gustaría preguntarles, ¿cuantos de ustedes estaban pensando en otra cosa cuando leí las palabras de A.B. Earl? Ahora, quiero admitirles algo. Yo estaba pensando en otra cosa cuando estaba leyendo esta cita de A.B. Earl estaba pensando “nadie me está escuchando; ellos están pensando en otra cosa.” Así que, para hacer un punto importante, me gustaría que fuera realmente honesto. Si estaba pensando en otra cosa y no tiene idea de lo que A.B. Earl dijo, por favor levante su mano bien alta... arriba, alta por favor. Usualmente es dos tercios y es lo que tenemos aquí esta noche. Vamos a tratarlo de nuevo...Dios le bendiga, pastor, por su honestidad. A.B. Earl fue el famoso evangelista del siglo pasado que tuvo 150,000 creyentes como sustancia de sus palabras. Satanás no quiere que usted escuche esto, entonces por favor escuche muy cuidadosamente. A.B. Earl dijo, “me he dado cuenta por amplia experiencia (que es la prueba verdadera) que las amenazas más severas de la ley de Dios tienen un lugar prominente en llevar al hombre a Cristo. Ellos se deben ver perdidos antes de que lloren por misericordia; ellos no escaparán del peligro hasta que lo vean.”
Verá usted, si trata de salvar a un hombre de ahogarse cuando él no piense que se está ahogando, él no estará contento con usted. Usted lo ve nadando en el lago; usted dice “yo pienso que se está ahogando. Sí, creo que lo está.” Usted se toma un clavado, lo trae a la orilla, sin decirle nada. Él no va a estar muy contento con usted. Él no va a querer salvarse hasta que vea que está en peligro. Ellos no escaparán del peligro hasta que lo vean.
Mire, si usted viene conmigo y me dice “oye Ray” y yo digo “si”. Usted dice “aquí tengo la cura para la enfermedad de Groaninzin, vendí mi casa para juntar el dinero para obtener esta cura. Te lo estoy dando a ti como un regalo gratis”. Probablemente yo reaccionaría así “ ¿Qué? ¿Cura para qué? ¿Enfermedad de Groaninzin? ¿Vendiste tu casa para juntar el dinero para esta cura? ¿Me lo estás dando como un regalo gratis? Bueno, muchas gracias, Adios... ese hombre está loco!” O sea, que así es como reaccionaría si vendiera su casa para juntar el dinero para obtener la cura de una enfermedad de la cual yo nunca había oído antes, y me esta dando la cura gratis. Yo pensaría que usted es algo extraño.
Pero si en lugar de esto usted viniera conmigo y me dijera “Ray, tienes la enfermedad de Groaninzin. Veo diez síntomas claros en tu piel. Vas a estar muerto en dos semanas.” Yo estaría convencido de quela estoy dando como un regalo gratis.” Yo no voy a despreciar tu sacrificio; voy a apreciarlo y me voy adueñar de él. ¿Por qué? Porque he visto a la enfermedad y esa es la cura.
Y tristemente, lo que ha pasado en los Estados Unidos y el occidente es que hemos predicado la cura antes de convencer de la enfermedad. Hemos predicado un evangelio de gracia sin primero convencer al hombre de la enfermedad. Hemos predicado un evangelio de gracia sin primero convencer al hombre de la ley, de que son trasgresores; y por consecuente, casi todo mundo al que trato de testificar en el sur de California o alrededor de el cinturón bíblico en los Estados Unidos ha nacido de nuevo unas seis o siete veces. Usted dice “tienes que darle tu vida a Cristo Jesús.” “o, yo lo hice cuando tenía siete, once, diecisiete, veintitrés, veinticinco, veintiocho, treinta y dos...” Usted sabe que el hombre no es un cristiano. Él es un fornicador, un blasfemo, pero él piensa que es salvo porque él ha “nacido de nuevo”. ¿Qué está pasando? Él está usando la gracia de Dios como licencia para la carne. Él no estima el sacrificio. Para él no es nada malo el pisar la sangre de Cristo (Hebreos 10:29). ¿Por qué? Porque él nunca ha estado convencido de su enfermedad para que aprecie la cura.
El evangelismo bíblico es siempre, sin excepción, la ley al orgulloso y la gracia al humilde. Nunca verás a Jesús presentando el evangelio, la cruz, la gracia de Dios, a una persona arrogante u orgullosa y que se justifica a sí misma… ¡No, no! Con la ley Él rompe el corazón duro y Él cura el corazón roto con la gracia. ¿Por qué? Por que siempre hizo las cosas que le agradaron al Padre. Dios resiste al orgulloso y le da gracia al humilde (Santiago 4:6, 1 Pedro 5:5). “Todo aquél de corazón orgulloso” dice la escritura “ es una abominación al señor” (Proverbios 16:5).
Jesús nos dijo para quien es el evangelio. Él dijo, “El Espíritu del Señor es sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas á los pobres: Me ha enviado para sanar á los quebrantados de corazón; Para pregonar á los cautivos libertad, Y á los ciegos vista; Para poner en libertad á los quebrantados” (Lucas 4:18). Ahora, estos son declaraciones espirituales. Los pobres en espíritu (Mateo 5:3). Los quebrantados son los contritos (Isaías 57:15). Los cautivos son aquellos a quienes Satanás ha tomado cautivos para hacer su voluntad (2 Timoteo 2:26); y los ciegos son aquellos a los que el dios de este mundo ha cegado al menos que la luz brille en ellos (2 Corintios 4:4). Sólo el enfermo necesita a un doctor (Marcos 2:17), y sólo aquellos que están convencidos de la enfermedad van a apreciar y apropiar la cura.
Así que vamos a ver brevemente los ejemplos bíblicos de la ley al orgulloso y gracia al humilde. Lucas 10:24…Lucas 10:24. Cuando les dé una referencia desde el púlpito se las daré dos veces, porque yo sé que hay hombres presentes, y a los hombres se les deben de decir las cosas dos veces.... a los hombres se les deben de decir las cosas dos veces. Esto puede ser probado bíblicamente. Cuando Dios le habla al hombre en la Biblia Él usa su nombre dos veces. “Abraham, Abraham... Saúl, Saúl... Moisés, Moisés… Samuel, Samuel…” Porque a los hombres se les necesita decir las cosas dos veces. A las mujeres una sola vez. Yo no sé cuantas veces me he sentado en una iglesia, cuando dice el predicador, “Lucas 10:25.” Luego le pregunto a mi esposa “¿qué fue lo que dijo?” Y ella dice “Lucas 10:25.” Yo digo “Gracias amor.” Ayudante. Es por eso que Dios creó a la mujer, porque los hombres no lo pueden ellos solos. La situación es esta: los hombres pierden cosas, las mujeres las encuentran. “Amor, ¿donde están las
llaves?” “Colgando en tu nariz, querido.” Es decir, no se cuantas veces he abierto la repisa y he dicho “amor, no hay miel aquí” y ella dice, “aquí está querido.” ¿En dónde estaría el hombre sin la mujer? ¡Mmmm! Probablemente todavía en el jardín de Edén. Eva encontró el árbol. Adán realmente no sabía lo que estaba pasando. De hecho, si se observa a la creación de la mujer, para crear a la mujer la Biblia dice que Dios puso al hombre en un sueño profundo. Y las escrituras no dicen que salió del sueño.
En Lucas 10:25 vemos a un intérprete de la ley que se paró y tentó a Jesús. Este no es un intérprete como lo conocemos hoy, sino un experto en la ley de Dios. Él se paró y le dijo a Jesús, “¿Cómo puedo obtener vida eterna?” Ahora, ¿qué fue lo que hizo Jesús? Le dio la ley. ¿Por qué? Porque él era un orgulloso, arrogante y recto en su propia opinión. Aquí tenemos a un experto profesante de la ley de Dios tentando al hijo de Dios. Y el espíritu de su pregunta fue “¿qué piensas tú que debemos hacer para obtener la vida eterna?” Entonces Jesús le dio la ley. Él dijo “¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué es lo que tú lees?” Él dijo “Debes de amar a Dios con todo tu corazón, mente, alma y fuerza; y amar a tu prójimo como a ti mismo.” Y Jesús dijo “Haz esto y vivirás.” Y las escrituras dicen “pero él, para justificarse a sí mismo, le dijo a Jesús, “¿quién es mi prójimo?” ” La versión de la Biblia, Biblia Viviente, trae claramente el efecto de la ley de Dios en el hombre. Dijo, “El hombre quiso justificar su falta de amor para algunos tipos de gente; así que preguntó, “¿cuáles prójimos?” ”. Mire, a él no le importaban los Judíos, y no le caían bien los Samaritanos. Entonces Jesús le contó la historia que conocemos como “el buen Samaritano” quien no era “bueno” en realidad. En amar a su vecino tanto como a sí mismo, él simplemente obedeció los requerimientos básicos de la ley de Dios. Y el efecto de la esencia de la ley, la espiritualidad de la ley (lo que la ley demanda en verdad), fue que la boca de este hombre se detuviera. Mire, él no amaba a su vecino a tal grado. La ley fue dada para cerrar toda boca y dejar a todo el mundo culpable delante de Dios.
Similarmente, en Lucas 18, versículo 18 el joven rico vino a Jesús. Él dijo, “¿Cómo puedo obtener la vida eterna?” Caray, ¿cómo reaccionaríamos la mayoría de nosotros si alguien viniera a nosotros y nos dijera “ ¿Cómo puedo obtener vida eterna?” Diríamos “Ay, rápido di ésta oración antes que cambies de opinión.” Pero ¿qué fue lo que hizo Jesús con éste creyente potencial? Lo apunto a la ley. Le dio cinco mandamientos horizontales, mandamientos que hacer con su prójimo. Y cuando él dijo “he cumplido con ellos desde mi niñez” Jesús le dijo “te hace falta una cosa”. Y usó la esencia del primero de los diez mandamientos: “Yo soy el Señor Jehová... no tendrás a dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:2-3). Él le enseñó a este hombre que su Dios era su dinero, y “no puedes servir al dinero y a Dios” (Mateo 6:24).El le dio La ley al orgulloso.
Luego vemos la gracia dada al humilde en el caso de Nicodemo (Juan 3). Nicodemo era un líder de los judíos. Él era un maestro en Israel. Así pues, él estaba claramente instruido en la ley de Dios. Él era de corazón humilde, porque vino a Jesús y reconoció la deidad del hijo de Dios. ¿Un líder en Israel? El dijo, “sabemos que has venido de Dios por maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no fuere Dios con él.” Entonces Jesús dio al que era sincero buscador de la verdad, quien tenía un corazón humilde y un conocimiento del pecado por la ley, las buenas noticias de la multa pagada porque “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito.” Y no eran tonterías para Nicodemo pero el “poder de Dios para la salvación.”
Similarmente en el caso de Natanael (Juan 1:43-51). Natanael era un israelita criado bajo la ley en hecho, no en palabra, en el cual no hay engaño; no había engaño en su corazón. Obviamente la ley era el hayo que trajó a este judío a Cristo.
A la misma vez, con los Judíos en el día de Pentecostés (Hechos 2). Ellos eran judíos devotos, judíos que, por consecuente, comían, bebían y dormían la ley de Dios. Mateo Henry, el comentador de la Biblia, dijo que la razón por la cual estaban congregados en el día de Pentecostés fue para celebrar la dadiva de la ley de Dios en el monte de Sinaí. Entonces cuando Pedro se paró a predicar a estos judíos religiosos, no predicó la ira. No, la ley obra la ira; Ellos sabían esto. Él no predicó la justicia o el juicio. No, no. Él les dio las buenas nuevas de que la multa había sido pagada, y es por eso que fueron cortados en sus corazones y dijeron “Hombres y hermanos, ¿qué es lo que debemos de hacer?” (Versículo 37). La ley de Dios fue el ayo que los trajo a Cristo para que fueran justificados a través de fe en su sangre. Como dijo el escritor de himnos “por la palabra de Dios aprendí mi pecado; entonces temblé ante la ley que había quebrado, hasta que mi alma culpable implorante se volcó al Calvario”.
1 Timoteo, capítulo 1, versículo 8 dice “Sabemos empero que la ley es buena, si alguno usa de ella legítimamente para el propósito para la cual fue diseñada.” La ley de Dios es buena si es usada para el propósito para la cual fue diseñada. Bueno, ¿para qué fue diseñada la ley de Dios? El siguiente versículo nos lo dice: “la ley no es puesta para el justo, sino para los injustos y para los desobedientes, para los impíos y pecadores”. Más aún, el versículo nos da una lista de los pecadores: para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas,..” Si quiere traer a un homosexual a Cristo, no se meta en una discusión con él acerca de su perversión; él está listo para pelear con usted con guantes y todo. No, no. Dele los diez mandamientos. La ley fue hecha para los homosexuales. Enséñele que está condenado a pesar de su perversión.
Si quiere traer a un Judío a Cristo, ponga el peso de la ley sobre él; deje que prepare su corazón para la gracia como pasó en el día de Pentecostés. Si quiere traer a un Musulmán a Cristo, dele la ley de Moisés; ellos aceptan a Moisés como un profeta. Bien, dele la ley de Moisés y desvístalos de su justicia propia y tráigalos al pie de la cruz manchada con sangre. Oí acerca de un Musulmán que leyó nuestro libro El Secreto Mejor Guardado del Diablo, y Dios verdaderamente lo salvó simplemente mediante el libro. ¿Por qué? Porque la ley del Señor es perfecta para convertir el alma.
Piense en la mujer atrapada en el adulterio (Juan 8:1-11). La violación del séptimo mandamiento la condenaba a muerte (Levítico 20:10). Ella se encontró a sí misma entre la espada y la pared. No tenía otra salida más que lanzarse a los pies del hijo de Dios por misericordia. Y eso es la función de la ley de Dios.
Pablo hablo acerca de estar confinados debajo de la ley (Gálatas 3:23). Ella condena. Usted puede decir “no podemos condenar a los pecadores.” Santos, ellos ya están condenados. Juan 3 versículo 18: “pero el que no cree, ya ha sido condenado…”. Todo lo que la ley hace es mostrarle su verdadero estado.
Damas, ustedes pueden reconocer esto. Una mesa necesita limpiarse. Entonces, ustedes la limpian y todo el polvo se va. Pero luego, abren las cortinas y deja que los rayos del sol entren. ¿Qué es lo que ve en la mesa? Polvo. ¿Qué es lo que ve en el aire? Polvo. ¿Acaso la luz creó el polvo? No, la luz simplemente expuso el polvo. Y cuando usted toma el tiempo de abrir las cortinas del Santo de santos y deja que la luz de la ley de Dios brille en el corazón del pecador, todo lo que pasa es que él se ve a sí mismo en verdad. “El mandamiento es una lámpara y la ley es luz” (Proverbios 6:23). Es por eso que Pablo dijo “mediante la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). Es por eso que dijo “haciéndose pecado sobremanera pecante por el mandamiento.” (Romanos 7:13). En otras palabras, la ley le mostró su pecado en la luz verdadera.
Ahora, normalmente en esta etapa de la predicación yo tomo los diez mandamientos uno por uno, pero lo que voy a hacer con usted es mostrarle cómo testifico personalmente porque pienso que es más beneficial.
Ahora, soy un creyente fuerte en el seguir los pasos de Jesús. Nunca, nunca me acercaré a alguien y le diré “Jesús te ama”. Es totalmente anti-bíblico.
No hay precedente para esto en las Escrituras. Tampoco me acercaría a alguien y le diría “me gustaría hablarle acerca de Jesucristo.” ¿Por qué? Porque si quisiera despertarlo a usted de un sueño profundo, no usaría una lámpara en sus ojos. Eso lo ofendería. En lugar de esto, yo tomaría una luz pequeña muy gentilmente. Primero con lo natural, luego con lo espiritual. ¿Por qué? Porque “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1 Corintios 2:14)
El precedente en las Escrituras es dado en Juan 4 para el testigo personal. Puedes ver el ejemplo de Jesús con la mujer en el pozo. Él empezó en el estado natural, se movió al espiritual, trajo la convicción de pecado usando el séptimo mandamiento, y luego se reveló a si mismo como el Mesías. Entonces, cuando llegó a conocer a alguien hablo acerca del clima, de los deportes: les dejo sentir algo de sanidad. Conózcalos un poco; a lo mejor un chiste aquí o allá y luego deliberadamente cambie de lo natural a lo espiritual. Ahora, la forma en la que yo hago esto es mediante tratados. Tenemos alrededor de 24 o 25 de estos tratados; somos un ministerio del cuerpo de Cristo. Hemos impreso millones de estos tratados y nuestros tratados son inusuales. Si llegan a obtener uno de ellos, tendrán que tener un montón porque la gente lo persigue a uno pidiéndole más. Déjeme darle un ejemplo. Este es nuestro folleto de ilusión óptica. ¿Cual es más grande, si puedes ver? ¿El rojo? ¿Pueden ver? Para aquellos que están escuchando el audio... son del mismo tamaño; Es una ilusión óptica. Yo digo entonces “Es un tratado; las instrucciones están detrás de él... de cómo ser salvo, de hecho.” Yo digo, “puedes quedarte con él.” Él dice “¡Gracias! Que interesante...”
“Tengo otro regalo para ti.” Y saco de mi bolsillo una moneda con los diez mandamientos impresos en ella. Tenemos una máquina que hace esto por nosotros. Compramos las monedas nuevas del banco; las que son de color dorado, y se las damos de comer a la máquina y ella las imprime, o imprimirá tú pulgar si quieres también. La imprime con los diez mandamientos. Esto es legal: es considerado arte. No es quitarle la cara a la moneda. Entonces digo “aquí tienes un regalo.” El dice, “ ¿qué es?”, y yo digo, “en una moneda con los diez mandamientos en ella; lo hice con mis propios dientes... hago la i con mi diente pero son realmente difíciles”.
Ahora, lo que estoy haciendo es poner un sensor para ver si la persona está abierta a las cosas espirituales. Si él reacciona negativamente “ ¿Diez mandamientos? Gracias…adios” él no está abierto. Pero la reacción usual es “Diez mandamientos? muchas gracias. Lo aprecio mucho.” Yo digo “ ¿piensas haber cumplido con los diez mandamientos?” Él dice “más o menos.” Yo digo “Vamos a verlos uno por uno. ¿Alguna vez has dicho una mentira?” Él dice, “sí, una que otra.” Yo digo, “ ¿en qué te convierte eso?” El dice, “en pecador.” Yo digo, “no, no específicamente ¿en qué te convierte?” y él dice, “bueno, yo no soy un mentiroso.” Yo digo, “ ¿cuántas mentiras debe de decir uno para ser mentiroso? ¿Diez y suena la campana? ¿No, es verdad que si dices solamente una mentira te vuelves un mentiroso? El dice, “sí… creo que tienes razón”. Yo digo “ ¿alguna vez has robado algo?” él dice “no.” Yo digo “ándale, mira que me acabas de confesar  que eres un mentiroso.” Yo digo “ ¿has robado algo alguna vez aunque sea pequeño?” y él dice “sí.” Yo digo “ ¿En qué te convierte eso?.” Él dice “en un ladrón.” Yo digo “Jesús dijo que si ves a una mujer y la codicias ya has cometido adulterio en tu corazón (Mateo 5:28). ¿Alguna vez has hecho eso?” Él dice “si, muchas veces.” “Entonces por tu propia confesión, eres un mentiroso, ladrón y adúltero de corazón, y tienes que enfrentar a Dios en el día del juicio; y sólo hemos visto tres de los diez mandamientos. Hay otros siete cañones apuntados en tu dirección. ¿Alguna vez has usado el nombre de Dios en vano? Eso se llama blasfemia, y la Biblia dice “que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio” (Mateo 12:36). “porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.” (Éxodo 20:7). La Biblia dice que si odias a alguien te conviertes en un homicida (1 Juan 3:15).”
Ahora la cosa tan maravillosa de la ley de Dios es que Dios se ha tomado el tiempo de escribirla en nuestros corazones. Romanos 2, versículo 15 dice “Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, y acusándose y también excusándose sus pensamientos unos con otros” Ahora, la palabra conciencia significa “con conocimiento”. “Con” es de inclusión, “ciencia” es conocimiento. Conciencia. Por lo tanto cuando él miente, codicia, fornica, blasfema, comete adulterio, lo hace con conocimiento de que está mal. Dios le ha dado la luz a todo hombre. El Espíritu Santo convence al hombre de pecado, justicia y juicio (Juan 16:8). El pecado es la trasgresión de la ley (1 Juan 3:4); La justicia que es de la ley (Romanos 10:5; Filipenses 3:9); Juicio es por la ley. Su conciencia lo acusa – el trabajo de la ley escrita en su corazón (Romanos 2:15) – y la ley lo condena.
Entonces yo digo “si Dios te fuera a juzgar usando estos mandamientos en el día del juicio, ¿vas a ser inocente o culpable?” Él dice “Culpable.” Yo digo “Entonces, ¿crees irte al cielo o al infierno?” Y la respuesta usual es “Cielo.” El producto del evangelio moderno. Yo digo “ ¿por qué piensas eso? ¿es porque piensas que Dios se va a olvidar de tus pecados?” Él dice, “sí, eso es. Dios se va a olvidar de mis pecados.” “Bueno, entonces trata eso mismo en la corte de ley. Imagínate que has cometido una violación, homicidio, tráfico de drogas... crímenes muy serios. El Juez dice, “Eres culpable. Toda la evidencia esta aquí. ¿Tienes algo que decir por ti mismo antes de que pase la sentencia?”” Y tú dices “Si juez. Me gustaría decir que pienso que usted es un buen hombre y que se le olvidarán mis violaciones”. El juez probablemente diría “tienes razón en una cosa. Yo soy un buen hombre, y es por eso que me voy a cerciorarme de que seas castigado.” Y la cosa en la cual los pecadores confían que los va a librar en el día del juicio, es la misma cosa que los va a condenar. Porque si Dios es bueno, Él por naturaleza debe de castigar a los homicidas, violadores, ladrones, mentirosos, fornicarios y blasfemos. Dios va a castigar todo pecado donde quiera que se encuentre. Entonces, con este conocimiento es con el que él es capaz de entender ahora. Él ahora tiene la luz de que el pecado es el problema primordialmente vertical: de que el “ha pecado contra el cielo” (Lucas 15:21). De que ha violado la ley de Dios y de que él ha hecho que Dios se enoje y que la ira de Dios está puesta sobre de él. (Juan 3:36). Él puede ver que él está “pesado en la balanza” de justicia eterna y que fue “hallado falto” (Daniel 5:27). Él ahora entiende la necesidad de un sacrificio. “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición” (Gálatas 3:13). “Mas Dios encarece su caridad para con nosotros, porque siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5:8). Hemos quebrado la ley; Él pago la multa. Es tan simple como eso. Y si un hombre se arrepiente, si una mujer se arrepiente y pone su confianza en Jesús, Dios le perdonará sus pecados para que en el día del Juicio, cuando su caso de corte venga, Dios pueda decir, “Tu caso es dispensado por falta de evidencia.” “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición”. Y, por ende, puede ejercitar arrepentimiento para con Dios, fe en nuestro señor Jesucristo (Hechos 20:21), puede poner su mano en el arado sin mirar atrás porque él es digno del reino (Lucas 9:62). Esa palabra significa “lista para usar”. La tierra del corazón ha sido revuelta para que pueda recibir la palabra ingerida que es capaz de salvar su alma (Santiago 1:21).
Ahora, no tengo tiempo para compartir estas citas con ustedes, pero están en nuestra literatura. Estoy seguro de que reconocerán a estos nombres: John Wycliffe, el traductor de la Biblia. Él dijo, “El servicio más alto al cual un hombre pueda ser enlistado es el de predicar la ley de Dios.” ¿Por qué? Porque la ley llevará a los pecadores a la fe en el Salvador. Martin Lutero dijo, “la primera tarea de el predicador del evangelio es la de predicar la ley de Dios para mostrar la naturaleza del pecado.” De hecho, mientras leemos estas citas, estos hombres tuvieron tanta convicción que puede uno sentir sus dientes tronar. Ellos dicen cosas como “si no se usa la ley en la proclamación del evangelio, llenas las iglesias de falsos creyentes.” Oyentes de tierra dura que recibirán la palabra con gozo y alegría.
Escuchen lo que Martín Lutero dijo, “Satanás, el dios de todas las disensiones mueve diariamente a nuevas sectas. Y la última de ellas no podría haber sospechado o previsto, el ha levantado una secta que enseña a los hombres que uno no debe ser aterrorizado por la ley, pero gentilmente exhortado mediante la predicación de la gracia de Cristo.” ¿Qué es lo que está diciendo Lutero? Esta diciendo “escúchenme amigos. Esto es una secta demoníaca, satánica que se ha levantado. Hombre, nunca pensé que esto pasaría. El ha levantado una secta que les enseña a los hombre a no estar aterrorizados por la ley, pero gentilmente exhortados mediante la predicación de la gracia de Cristo” que es exactamente lo que la mayoría de nuestro evangelismo moderno hace.
John Wesley le dijo a un amigo, mientras le escribía a un joven evangelista, “predica 90% ley y 10% gracia.” Y usted puede decir, “¿90% ley y 10% gracia? ¿Muy pesado, no? ¿No podría ser 50-50?” Piénselo de esta manera. Yo soy un doctor; usted un paciente. Tiene una enfermedad terminal. Tengo la cura, pero es absolutamente esencial que usted esté comprometido totalmente a esta cura; Si usted no esta 100 por ciento comprometido, no va a funcionar. ¿Cómo le voy a hacer? Probablemente de esta manera.
“Venga usted. Siéntese. Tengo unas noticias muy graves para usted: Usted tiene una enfermedad terminal.” Veo que empieza a temblar. Pienso decir entonces, “que bueno. El está empezando a ver la seriedad de este asunto.” Yo saco gráficas, rayos X. Le enseño el veneno que está en su sistema. Yo le hablo por un total de diez minutos acerca de esta terrible enfermedad. ¿Cuánto entonces piensa usted que yo voy a hablar acerca de la cura? No por mucho tiempo. Cuando usted este temblando después de los diez minutos, yo diré “por cierto, aquí está la cura.” Usted la agarra y se la traga. Su conocimiento de la enfermedad y sus horribles consecuencias han hecho que usted desee la cura.
Vera, antes de que yo fuera un Cristiano, yo tenía tanto deseo por la justicia de Dios como un niño de cuatro años deseaba un baño. ¿Cuál es el punto? Jesús dijo “Bienaventurados los que tienen sed y hambre de justicia.” ¿Cuantos no-Cristianos conoce usted que tienen hambre y sed de justicia? La Biblia dice que “nadie busca a Dios” (Romanos 3:11). Dice que ellos aman la oscuridad, y que odian a la luz; Ellos no vendrán a la luz a menos que sus obras sean expuestas (Juan 3:19-20). La única cosa que ellos toman es iniquidad como agua (Job 15:16). Pero la noche en la cual yo fui confrontado con la naturaleza espiritual de la ley de Dios y entendí que Dios requiere la verdad en las partes internas (Salmo 51:6), que Él veía mis pensamientos y consideraba la codicia igual que al adulterio, odio igual que homicidio, entonces yo empecé a decir “veo que estoy condenado. ¿Qué debo de hacer para ser justificado?” yo empecé a tener sed de justicia. La ley puso sal en mi lengua. Fue el ayo que me trajo a Cristo.
Charles Spurgeon dijo, “ellos nunca aceptarán la gracia hasta que tiemblen enfrente la ley justa y divina.” D.L. Moody, John Bunyan, John Newton, quien escribió “Gracia Maravillosa” (y si alguien sabía acerca de la gracia era Newton), dijo que “el entendimiento correcto entre la armonía de la ley y la gracia es la de preservarse a uno mismo de ser enredado por los errores en la derecha y la izquierda.” Y Charles Finney dijo, “Para esto la ley debe de prepara el camino para el Evangelio.” El dijo, “el ignorar esto es enseñarle que van casi seguramente a resultar en una esperanza falsa, la introducción de un estándar falso de la experiencia Cristiana y de llenar a la iglesia con falsos creyentes.”
Santos, la primera cosa que David Wilkerson me dijo a mi cuando me llamó desde por teléfono, desde su coche fue, “yo pensé que era el único que no creía en el seguimiento.” Ahora, yo creo en el alimentar al nuevo creyente; Ciertamente creo en la nutrición de él. Creo en el discipulado – bíblicamente muy necesario. Pero no creo en seguirlo a él. No lo puedo encontrar en las Escrituras. El eunuco de Etiopía fue dejado sin seguimiento. ¿Cómo pudo sobrevivir él? Todo lo que tenía eran a Dios y las escrituras. Vera, el seguimiento... déjeme explicar lo que es el seguimiento para aquellos que no lo saben. Seguimiento es cuando obtenemos decisiones, ya sea a través de campañas o de la iglesia local, y tomamos a trabajadores del campo, que son pocos tal y como están, y les damos esta tarea de seguir a estas personas para asegurarse de que están caminando con Dios. Lo que es esto es un a triste admisión de la cantidad de confianza que tenemos en el poder de nuestro mensaje y en el poder de Dios. Si Dios los ha salvado, Dios los guardará. Si son nacidos de Dios, ellos no morirán. Si Él ha empezado un buen trabajo en ellos, Él lo completará en aquél día (Filipenses 1:6); Si Él es el autor de su fe, Él será el que la completará (Hebreos 12:2). Él es capaz de salvar eternamente a los que se allegan a Dios (Hebreos 7:25). Él es capaz de mantenerlo sin caída y de presentarlos irreprensibles (Judas 24). Jesús dice, “nadie los tomará de la mano de mi padre” (Juan 10:29).
Ven, Santos, el problema es que Lázaro estaba muerto por cuatro días (Juan 11). Podemos correr a la tumba, sacarlo, pararlo, abrir sus ojos, pero el apestaba (versículo 39). El necesita oír la voz del hijo de Dios. Y el pecador está muerto cuatro días en sus pecados. Podemos correr y decirle “di esta oración.” Aún así, él necesita oír la voz del hijo de Dios, o no hay vida en él; Y lo que hace que el pecador escuche la voz del hijo de Dios es la ley. Es el ayo que nos trae a Cristo para que sea justificado mediante la fe (Gal 3:24). Santos, la ley funciona; Ella convierte el alma (Salmo 18:7). Entonces encuéntrense a un pecador y experimenten con él. Pero mientras lo hacen, recuerden esta anécdota.
Está sentado en un avión, tomando su café, comiendo una galleta y viendo una película. Es un buen vuelo, muy placentero, cuando de repente escucha “este es su capitán. Tengo un anuncio que hacer. La cola del avión se acaba de caer, vamos a estrellarnos. Hay una caída de 25,000 pies. Hay un paracaídas debajo de su asiento; nos gustaría que se lo pusiera. Gracias por su atención, y gracias por volar en esta aerolínea.” Usted dice “¿Qué? ¿25,000 pies? ¡Hombre, que bueno que tengo este paracaídas!” Usted ve junto a usted, el tipo está comiendo su galleta, tomando su café, viendo la película. Usted dice “disculpe, ¿oyó al capitán? Póngase el paracaídas.” El se da la vuelta y le dice a usted “o, realmente no pienso que el capitán quiere decir eso. Además, estoy muy feliz tal como estoy, gracias.” No le respondería a él y le diga “por favor, póngaselo. Será mejor que la película.” Ahora, eso no tiene sentido. Si le dice que de alguna manera el paracaídas mejorará su vuelo, él va a ponérselo por las razones equivocadas. Si quiere que se lo ponga y se lo quede, dígale acerca del salto. Dígale, “disculpe, ignore al capitán si usted desea. Salte sin un paracaídas...SPLAT!” El dice “ ¿perdón?.” “Yo dije, si saltas sin el paracaídas, la ley de la gravedad. Pum! En el piso.” “Ah, caray, veo lo que está diciendo. ¡Muchas gracias!” Y mientras esa persona tenga el conocimiento que tiene que pasar a través de la puerta y encarar las consecuencias de romper la ley de gravedad, no hay manera de que se quite ese paracaídas de su espalda, porque su vida depende de eso.
Ahora, si mira a su alrededor, usted encontrará a muchos pasajeros disfrutando del vuelo. Están disfrutando los placeres del pecado por una temporada. Vaya usted y dígales “disculpe, ¿ha escuchado el mandato de nuestro capitán de la salvación? Póngase al señor Jesucristo.” El se da la vuelta y le dice, “Oh, realmente no pienso que Dios lo quiera decir. Dios es amor. Además, estoy feliz tal y como estoy, gracias.” No le diga usted con intención sincera pero sin conocimiento “por favor, póngase al Señor Jesucristo. Él le dará amor, gozo, paz, plenitud y felicidad duradera. Tiene un hoyo de la forma de Dios en su corazón que sólo Él puede llenar. Si tiene un problema con su matrimonio, drogas, alcohol, sólo dele su corazón a Jesús.” No, usted le dará el motivo equivocado para su compromiso. En lugar diga, “O, Dios dame valor” y dígale acerca del salto. Sólo diga “Hey, está establecido a los hombres que mueran una vez. Si usted muere en sus pecados, Dios se verá forzado a darle justicia, y su juicio será muy detallado.
Cada palabra ociosa que salga del hombre tendrá que ser contada en el día del juicio; Si usted ha codiciado ha cometido adulterio. Si usted ha odiado, ha cometido homicidio. Jesús nos advirtió que la justicia será tan detallada que la ira de Dios vendrá sobre usted y lo molará a polvo. Dios le bendiga.” Ahora santos, no estoy hablando de predicación del fuego del infierno. Esta predicación producirá un creyente lleno de miedo. Usando la ley de Dios producirá creyentes llenos de lágrimas. Este viene, ¿por qué? Él quiere escapar las flamas del infierno. Pero en su corazón piensa que Dios es duro e injusto, porque la ley no ha sido usada para mostrarle la infinidad de pecados. Él no ve al infierno como su postre justo, que él se lo merezca. Por lo tanto, él no entiende la misericordia de la gracia; y, y entonces, le hace falta la gratitud hacia Dios por su misericordia. Y la gratitud es la motivación primordial para el evangelismo. No habrá pasión en el corazón de un falso creyente para evangelizar. Pero este viene sabiendo que él ha pecado contra el cielo. El ojo de Dios está en todo lugar dándose cuenta del bien y el mal y Dios ha visto la oscuridad, como si fuera luz pura. Él ha visto su vida de pensamientos. Si Dios decide en su santidad en el día de la ira que hará manifiestos todos los pecados secretos de su corazón, todas las obras hechas en la oscuridad, y si hace manifiesta toda la evidencia de su culpabilidad, Dios podría tomarlo como una cosa impura y arrojarlo en el infierno para hacer lo que es justo. Pero en lugar de darle justicia, le ha dado misericordia. Él ha mostrado su amor hacia él en que murió en la cruz aún cuando era pecador. Él se cae en sus rodillas ante la cruz manchada con sangre, y dice, “Dios, si haces eso por mi, yo haré cualquier cosa por Ti”. Me regocijo en hacer tu voluntad, o Dios mío. Tu ley está escrita en mi corazón.” Y tal y como el hombre quien sabía que iba a pasar a través de la puerta
y encarar las consecuencias de haber roto la ley de gravedad sin quitarse su paracaídas porque su vida dependía en eso, entonces aquél que viene al Salvador, sabiendo que tiene que encarar a un Dios santo en el día de la ira, nunca dejaría la justicia de Dios en Cristo porque su vida misma dependería de esto.
Déjenme ver si puedo coagular esta enseñanza y poner un fin a ella. Yo estaba en una tienda hace algún tiempo, y el dueño de la tienda estaba sirviendo a un cliente y estaba usando el nombre de Dios en blasfemia. Ahora, si alguien usara el nombre de mi esposa en blasfemia, yo estaría extremadamente ofendido si él hubiera usado su nombre como una grosería. Pero este hombre estaba usando el nombre de Dios como una grosería, cuando Dios le ha dado su vida, sus ojos, la habilidad de pensar, sus hijos, su comida; Cada placer que él ha tenido le fue dado por la bondad de Dios, y él está usando el nombre de Dios como una palabrota. Indignadamente, entre él y su cliente, me acerqué a ellos y les dije “Discúlpenme pero ¿es esta una reunión religiosa? El tipo dice “¿qué diablos? Por supuesto que no!” “Si lo es, porque ahora usted está hablando del diablo. Déjeme darle uno de mis libros.” Entonces fui al coche para tomar uno de mis libros que le titulé Dios no cree en ateos: prueba de que el ateo no existe.” Y es un libro que usa la lógica, el humor, la razón y el raciocinio para probar la existencia de Dios, cosa que uno puede hacer en dos minutos con el uso de la fe. Es una cosa simple probar de manera conclusiva y absoluta la existencia de Dios; y también prueba que el ateo no existe. De hecho, déjenme mostrarle nuestra calcomanía de coche “El día nacional de los ateos: 1 de Abril.” Entonces le di este libro, y dos meses después fui y le di otro libro que titulé “Mis amigos están muriéndose” un libro que es de una historia real e impactante acerca del evangelismo en las partes más asesinas de Los Ángeles; un libro que también usa el humor en su presentación. Le di estos libros y él me llamó y me dijo lo que había pasado. Él me dijo que su esposa le seguía dando miradas de matar, porque ahí él se encontraba leyendo el libro titulado Mis amigos están muriéndose y riéndose cada dos minutos. Pero él estaba limpiando su cuarto y recogió el libro Dios no cree en los ateos. Él dijo, “ah”, y abrió y leyó la primera página y de ahí leyó todo el libro de 260 páginas. Él dijo, “era raro puesto que a mí me disgusta el leer.” Entonces él leyó Mis amigos están muriéndose, le dio su vida a Cristo, se compró una Biblia, vino a saludarme y me dijo que después de ser Cristiano por dos días, ya había leído hasta el libro llamado “Levíticos.” Y presentí que él iba a leer los salmos y luego a Job. Pero hasta el momento de su conversión, este hombre era un brujo practicante. “La ley del Señor es perfecta en avivar el alma”.
Y como si Dios me mirara, por muchos años yo prediqué al aire libre, y pelee con el enemigo con el arma de un limpiador de polvo del evangelismo moderno, como si Dios me dijera, “¿Qué estás haciendo? Mis armas no son carnales pero son grandes mediante Dios derrumbando los fuertes (2 Corintios 10:4). Aquí están los diez cañones (mandamientos).” Y mientras alineaba los diez cañones de la ley de Dios, los pecadores ya no se burlaban y quejaban. No, sus caras se pusieron blancas; ellos levantaban sus manos y decían “¡Lo dejó todo! ¡Todo a Jesús me doy gratuitamente!” Ellos vinieron hacia el lado ganador sin nunca llegar a ser desertores. Este tipo de creyentes llegan a ser ganadores de almas, labradores no calentadores de sillas en las iglesias, no apartadores, bienes, o problemas de la iglesia local.
Ahora bien santos, con cada cabeza levantada y todo ojo abierto, sin música por favor, déjenme hacerles un reto para validar su salvación. El evangelismo moderno dice, “Nunca cuestiones tu salvación.” La Biblia dice exactamente lo opuesto. Ella dice, “Examinaos á vosotros mismos si estáis en fe” (2 Corintios 13:5). Es mejor hoy que en el día del juicio. La Biblia dice que debemos “procurad tanto más de hacer firme vuestra vocación y elección” (2 Pedro 1:10), y algunos de ustedes sabes que algo está radicalmente mal con su vida Cristiana. Pierden su paz y gozo cuando el vuelo se vuelve turbulento. Hay una falta de pasión para evangelizar. Usted nunca se ha caído frente a Dios todopoderoso y ha dicho “¡He pecado contra ti, o Dios! ¡Ten misericordia de mi!” Usted nunca se ha escapado hacia Jesucristo y hacia su sangre para ser limpiado, en desesperación llorando. “¡Dios, sé misericordioso conmigo un pecador!” y hay una falta de agradecimiento; No hay alguna pasión por los que se pierden. No puede decir que está apasionado por Dios; de hecho, usted está en peligro de ser llamado “tibio” y usted será vomitado de la boca de Cristo en el día del juicio (Apocalipsis 3:16) cuando las multitudes llamarán a Jesús, “Señor, Señor.” Y Él dirá, “Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad” (Mateo 7:22-23).
Usted no le da importancia a la ley divina. La Biblia dice “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.” (2 Timoteo 2:19). Entonces hoy usted necesita ajustar el motivo de su compromiso. Amigo, no deje que su orgullo lo detenga. Me gustaría orar por usted: Me quedaré aquí arriba, usted en su asiento. Y si le gustaría ser incluido en esta oración, me gustaría que levante su mano, pero recuerde esto. Si usted dice, “Bueno, debería de levantar mi mano ¿pero qué va a pensar la gente?” eso es orgullo. Usted prefiere las alabanzas del hombre que la alabanza de Dios (Juan 12:43). Todo aquél de corazón orgulloso es una abominación al Señor (Proverbios 16:5). Dios resiste al orgulloso pero le da gracia al humilde. Entonces, humíllese ante la mano poderosa de Dios; Él lo exaltará a usted a su tiempo debido (1 Pedro 5:5-6). Llámele re comisión; llámele comisión.
Pero no importa lo que usted le llame, haga firme su vocación y elección.

Bendiciones a todos.



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