miércoles, 18 de abril de 2012

Depresión, la enfermedad del alma.


La depresión es llamada la “enfermedad del alma” y se ha vuelto un tema muy popular por su afectación en los tiempos actuales, por lo que es de mucha importancia su análisis y comprensión. Esta alteración puede confundirse por tener relación con el estrés, pero generalmente es un síntoma originado por alguna causa pecaminosa en la persona que la presenta. Por lo tanto trataremos de estudiarla desde el punto de vista bíblico y conocer un poco más de ella.

¿QUE ES LA DEPRESIÓN?

  La palabra depresión deviene del latín “depressio” que significa “opresión”. Se entiende por depresión un trastorno del estado de ánimo que genera abatimiento e infelicidad, por un periodo de tiempo que puede ser transitorio o permanente (crónico). En términos médicos se refiere a un síndrome ó conjunto de síntomas que afectan principalmente la esfera afectiva del individuo. Muchas veces se confunde a la depresión con trastornos de ansiedad, pero aunque pueden presentarse casos con estas dos patologías presentes en forma común, generalmente la depresión es la continuación de un estado de ansiedad agravado. El origen de la depresión es por causas multifactoriales, pudiéndose dividir las causas según su origen en dos grupos entrelazados entre sí: El pecado y Las circunstancias ó factores desencadenantes: como el estrés, la ansiedad, las vivencias de situaciones extremas, las decepciones sentimentales, las malas noticias, las muchas responsabilidades, el fracaso, el consumo de sustancias toxicas, etc.

EFECTOS DE LA DEPRESIÓN.

  La depresión puede producir efectos desgastantes en la vida de una persona, que van desde el desanimo, la pérdida del apetito, una tristeza continua, baja estima y hasta el deseo de poner fin a la propia vida; Por lo que es un síntoma que hay que atacar y hacer frente rápidamente y con los mejores métodos. La depresión nos lleva a ser inútiles y a perder toda esperanza al mismo tiempo de generar un indescriptible sufrimiento mental. La depresión también genera una agonía espiritual continua asociada a sufrimientos emocionales y físicos, ante la convicción intelectualmente consciente del pecado.

¿QUIENES SON VULNERABLES?

  Todos somos vulnerables a la depresión. Inclusive después de una importante victoria ó después de obtener un gran éxito en la empresa, aún somos vulnerables. Por ejemplo, el AT relata la historia del profeta Elías, quien después de derrotar a 450 profetas de Baal y ver a Dios realizar grandes milagros portentosos, se atemorizó y fue presa de la depresión: “Viendo Elías el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida. Al llegar a Beerseba,  que está en Judá, dejó allí a su criado. Luego de caminar todo un día por el desierto, fue a sentarse debajo de un enebro.  Entonces se deseó la muerte y dijo: «Basta ya, Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres»” (1 Re 19:3-4 RVR). Esto sucede porque la mucha fe no siempre es sinónimo de una fe firme ó fuerte.
  Con frecuencia traemos a memoria los buenos tiempos de antes y recordamos lo que hemos perdido o podemos perder, abriendo así una puerta a la depresión.  Hay casos en las sagradas escrituras donde grandes líderes como el rey David, fueron víctimas del pecado y a pesar de su gran éxito presentaron después cuadros depresivos.
Se podría decir por regla general, que mientras más nos alejamos de Dios más somos sensibles a la depresión. Así pues, encontramos en la biblia que grandes hombre de Dios como el rey David, Saúl, Jeremías, Job y el profeta Elías, fueron presa de este flagelo, por lo que más aún nosotros debemos cuidarnos de ella con eficacia. Entendemos que el camino de la fe puede ir también asociado al sendero del dolor; nadie está exento: “sí que el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios…”. (1 Co 10:12-13 RVR) ¡Si otros han caído cualquiera puede caer! sin embargo, Él siempre estará con nosotros y nos consolará.
  El gran predicador Charles Spurgeon comenta sobre sí mismo con respecto a una crisis de depresión: “mi espíritu estaba tan abatido que podía llorar durante horas como un niño, y sin embargo no sabía por qué lloraba…” ¡Nadie está exento!

¿QUÉ NOS AYUDA A SUPERAR LA DEPRESIÓN?

  No hay una receta humana válida en forma integral para salir de una crisis depresiva; solo se puede superar con la ayuda de Dios mediante la activación de la Fe. Podemos encontrar en la palabra de Dios el origen y la solución de este perverso síndrome. El mismo Spurgeon comentó al respecto: "el decaimiento no es una virtud; creo que es un vicio. Estoy avergonzado de mí mismo de corazón por caer en él, pero estoy seguro que no hay remedio tan bueno para eso como la santa fe en Dios." (Darrell W. Amundsen) La fuerte presencia de Señor en nuestras vidas es la mejor manera de vencer la depresión. Pero a menudo, Dios obra a través de otras personas de manera que, es posible que tengamos que buscar ayuda junto a un guía ó  un medico de ser necesario y permitir que Dios use a estas personas para ayudar a la sanidad total. Sin embargo considero que un buen tratamiento  es la constante exposición a la palabra de Dios, la búsqueda constante de su presencia mediante la oración, el alejamiento del pecado y el cultivo constante de nuestra fe.
  Hay muchas promesas en la biblia que nos pueden alentar y enseñar sobre como Dios ayuda a sanar a las personas que están deprimidas. Algunas de las citas son:
“El sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas.” (Salmo 147:3)
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.” (Mateo 5:4)
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” (Isaías 26:3)
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28)
“Claman Los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias.” (Salmo 34:17)
“Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová.” (Salmo 40:1-3)

¿DE QUE MANERA PUEDO AYUDAR A OTRAS PERSONAS DEPRIMIDAS?

  Si la persona deprimida no es creyente, la mejor manera de ayudarle es presentarles el dulce  y compasivo amor de Cristo. Ahora bien en todos los casos (creyentes y no creyentes), el que lucha con la depresión necesita apoyo, consuelo y compresión. No es el momento de sermones y debates sobre la causa, sino de concentrarnos en la solución bíblica del asunto. En algunos procesos la compañía silenciosa y el amor, logran animar a la persona deprimida (como en el caso de Job). Nunca debemos buscar que los que la padecen minimicen su dolor ó lo superen espontáneamente, porque solo lograríamos quizás  que escondan más su dolor. Lo más importante para una persona deprimida es que le apoyen con su presencia las personas que le estiman y que en el momento de su padecimiento le ayuden a recordar (con amor) las muchas promesas de Dios al respecto. También es aconsejable fomentar la alegría y el buen ánimo, entonando frecuentemente himnos y canciones alentadoras. Alguien dijo una vez que “Una alegría compartida se transforma en doble alegría; una pena compartida, en media pena”. (Proverbio sueco) y la palabra de Dios enseña al respecto: “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.” (Romanos 12:15). La compañía y el compartir con otros los momentos de aflicción son una conveniente forma de combatir la depresión.
También es importante que la persona deprimida ponga su mirada en las cosas de arriba y deje a Dios actuar, desechando todo pensamiento ó recuerdo que le traiga a memoria o fomente la depresión. Martin Lutero comentó en algún momento de su vida: “No puedo evitar que los pájaros vuelen sobre mi cabeza, pero puedo evitar que estos hagan un nido en ella”  Podemos combatir la depresión evitando los pensamientos impuros y todo lo que sea de origen pecaminoso, podemos combatir la opresión evitando que se aniden los recuerdos tormentosos en nuestra mente y sobre todo creyendo que solo Dios tiene el poder de transformar nuestras vidas.
Los desordenes mentales pueden ser tratados y curados, pero cuanto antes se inicie el tratamiento, mayores serán las perspectivas de curación. Es importante considerar siempre al pecado como causa de la depresión y combatirlo para poder revertir sus efectos. El famoso psiquiatra Karl Menninger (1.893-1.990) considerado el padre de la psiquiatría norteamericana, dijo en algún momento que: “si él pudiera convencer a sus pacientes de que sus pecados son perdonados, 75% de ellos saldrían (sanados) el día siguiente.” 
Debemos recordar que la depresión es un mal que puede afectar a cualquiera y que todos podemos caer, que no estamos exentos... Que es un síntoma que se debe tratar como una enfermedad del alma y como tal, requiere mucha vida espiritual, acercamiento a Dios, fe, comprensión y del amor de todas las personas cercanas al afectado.
En la depresión no hay niveles intermedios, se está bien ó se está mal y cuando afecta al individuo puede derivar fácilmente en la muerte de las personas, por lo que es aconsejable el mayor apoyo, comprensión y premura para estos casos. Dice el libro de Proverbios que “El ánimo del hombre soportará su enfermedad;  Mas ¿quién soportará al ánimo angustiado?” (Proverbios 18:14). Ninguna fortaleza humana puede tolerar esta desgracia aparentemente inofensiva que tiene sutilmente el poder de romper y destruir el corazón del hombre. Billy Graham escribió: “El desánimo ó la depresión es lo opuesto a la fe. Satanás la usa para dañar la obra de Dios. Y si no tenemos cuidado, nos cegará a Su misericordia y nos hará percibir solamente las circunstancias desfavorables.”

La depresión es un mal que se ha subestimado en la mayoría de los casos, a la cual muchas veces se la da una indebida importancia y tratamiento. Tengamos cuidado y estemos prestos a tender una mano y poder ayudar a otros.